El Cantón de Shushufindi, obtiene su autonomía político – administrativa el 7 de Agosto de 1984. Actualmente se encuentra habitado por nacionalidades: Secoyas, Shuar, Kichwas y Siona, su población se encuentra conformada también por colonos mestizos que vinieron a estas tierras por el “boom petrolero” y afroecuatorianos.

Shushufindi, proviene de dos voces Cofanes: Shushu (puerco sahino) y findi  (colibrí), por la existencia abundante de estas dos especies.

La población y ocupación del territorio de la región amazónica del Ecuador existió aún antes de la llegada de los españoles, quienes iniciaron procesos de colonización de la región hasta el nacimiento de la República mediante la incursión de las misiones religiosas. Una de las primeras órdenes en  ingresar a la Amazonía fueron los Jesuitas. Los pueblos de entonces, estaban organizados en cuatro territorios, algo similar a lo que actualmente conocemos como provincias:

La primera abarcaba la zona de Hatunquijos, Cosanga, Sumaco y Ávila;   La segunda se extiende hacia el norte de la anterior, hasta el río Coca;   La tercera comprende la comarca de Archidona hasta los ríos Suno y Napo, conocida como los Algodonales; y,  La última, denominada en estricto sentido País de la Canela; incluye el territorio designado como Calientes y que está regado por el río Payamino y sus afluentes”.

Las incursiones españolas en la Amazonía se iniciaron en el siglo XVI con las expediciones de Gonzalo Díaz de Pineda (1538) y de Gonzalo Pizarro (1541). La región correspondiente a lo que ahora es la provincia de Napo se convirtió en el paso de ingreso hacia este territorio. La comarca amazónica, desde la visión española, siempre tuvo importancia por ahí encontrarse zonas mineras importantes para la explotación de metales preciosos. La existencia del “Dorado” o el “País de la Canela” propiciaron las exploraciones del siglo XVI, estableciendo los primeros contactos con los moradores de la región.

Como dice Chávez, desde la época colonial se forma los imaginarios místicos, leyendas y representaciones, que en algunos caso perduran hasta hoy, basados en la distinción por la irracionalidad,  lo incivilizado, donde el imaginario escénico de su ecología ayudo mantener la idea de inhóspito, donde la naturaleza se impone al hombre; por tal razón, un lugar donde no existió la historia. Sin lugar a dudas, la dicotomía civilización o barbarie constituía el lente con el cual se miraba y aún se mira a esta región y sus pobladores.

En este sentido se da un proceso de integración. La región se va “civilizando” porque se incorpora en los sistemas de producción occidental español, específicamente basados en la extracción de minerales preciosos. Esto significa una forma de ocupación y de re acomodo de los patrones de asentamiento existentes. Así se entiende como empiezan a consolidarse los primeros centros poblados de colonias, en el eje Baeza hasta Jaén de Bracamoros, con un patrón basado en la cercanía a los yacimientos minerales y la mano de obra indígena. En este último caso, la “cercanía de mano de obra” significo la aplicación de estratagemas de re ordenamiento de ocupación de los conglomerados indígenas, los cuales basaban su forma de asentamiento en centros poblados de baja intensidad y muy dispersos; además significó reestructurar los sistemas culturales/económicos internos para que estos produjeran servicios y tributos, originándose las Reducciones. Dicho de otro modo, se substituyeron las formas de reproducción itinerantes de cazadores, recolección y pesca. Además, se incorporó a los indígenas amazónicos al sistema de encomienda, donde tuvieron más bien la condición de esclavos antes que de vasallos. Entre varios efectos que se produjeron, uno que es de interés en cuanto al micro región de estudio, son las huidas.

Los indígenas en gran medida eran provenientes de la sierra, por presiones de similares características en sus lugares de transitorio origen empiezan a internarse en la selva; un grupo de ellos se desplaza por el río Napo, hasta el río Marañón, estos proceso migratorios darían origen a las ocupación de los actuales kichwas del bajo Napo –Napo Runas-. De otro lado, las condiciones de sobre explotación/esclavismo, trajeron como consecuencia varias sublevaciones violentas, la más famosa fue la “rebelión de los brujos” comandada por el jefe Jumandi.

Estas características –huida de mano de obra y resistencia armada- se trasformó en la caída de las remesas de la encomienda, lo que propicio el desinterés de la colonia por la región por casi un siglo. El interés por la región en sí mismo nunca desapareció, razón por la cual, impulsó a adoptar otra estrategia territorial de integración y ocupación por parte del Virreinato de Perú y su filial en Quito, adoptando a las misiones eclesiásticas como punta de lanza para ocupar la Amazonia, con las llamadas misiones Maynas, dirigidas por la congregación jesuita, formando la triada Evangelización/milicia/estado.

En esta jurisdicción los misioneros jesuitas, con el fin de evangelizar a los aborígenes, instauraron el sistema de mitas, de este modo se fortalecieron los mecanismos de subordinación y explotación de los indígenas. Pero, además, se instaló otro sistema de ocupación, “la Hacienda” y “reducciones”, lo que significó por completo la expropiación no dicha de los territorios a los indígenas. La hacienda  significo dos cosas: la posibilidad de la obtención de recursos agropecuarios  para regiones del norte de Perú, pero a la vez la posibilidad, una vez más, de estar conectado al comercio internacional con la producción de monocultivos, como por ejemplo el caucho, consolidando la relación de extracción y globalismo, instalando ejes comerciales intra e inter regionales para el comercio mundial, estableciéndose flujos comerciales con la llanura amazónica.

Es en este momento cuando los caucheros en busca de peones empiezan las famosas correrías, es decir la caza de indios para sus fundos. De hecho, se sabe que hubo muchas correrías contra los indios del Tihuacuno (Tivacuno), del Nushiño y Yasuní, probablemente los actuales Waorani, varias haciendas ubicadas en la actual ciudad del Coca fueron atacadas en los años 20 por los Waorani; en contrapartida o como castigo por su “atrevimiento”, se organizaron varias incursiones o correrías a manera de escarmiento. Es el momento, además, donde los kichwas del Alto Napo empiezan a migrar al bajo Napo, como un mecanismo de defensa frente a caucheros, hacendados, comerciantes, etc.

Con el descenso del Boom cauchero y la baja de productividad de las tierras para otras actividades agropecuarias, sumado al periodo extenso de guerra con el Perú, que termino de cerrar las fronteras y el tráfico comercial/humano, ya entrado el siglo veinte, “comerciantes, ex-soldados y patrones caucheros con sus peones” entablaron procesos de permanencia –urbes- y apareció nuevamente la necesidad del abastecimiento por crecimiento demográfico, redimensionado e intensificando la figura de la hacienda, sobre todo en el nororiente ecuatoriano.  Una vez más, este episodio de la  historio originó un nuevo proceso de ocupación del territorio de la ya constituida República del Ecuador.

Esta nueva forma de ocupación, tuvo coyuntura muy particular: primero la injerencia estructural en los gobiernos de las fuerzas armadas; y luego, la constatación de recursos minerales nuevos – Petróleo-. Así se origina el sistema ocupación territorial de enclave por concesión para la exploración y explotación petrolera, que se condolida con la concesión a la empresa internacional Leonard exploración en 1919, que luego le sucedería sus acciones a la empresa Texaco, e inicia un espacio de exploración de la región. Un sistema poco factible, históricamente dicho así, porque a inicios de los años 60’s, coincidente a la producción del primer barril de petróleo extraído por el Ecuador, las presiones sociales incontenibles por la necesidad de recurso, trabajo y tierra, por el crecimiento demográfico nacional, además, de las presiones internacionales por el auge comunista de estado, hace que el sistema territorial nacional en la región se imbrique con el modelo de enclave y una reforma agraria; en otras palabras, un modelo de territorio de polos de desarrollo.

A finales de los años sesenta, ante la expoliación a que estaban sujetos los indios del Bajo y Alto Napo, la iglesia intervino -concretamente los sacerdotes considerados como progresistas- ayudando a los naporunas a organizarse y defenderse de los hacendados, y, sobre todo, para legalizar su tierra en constante peligro de ser denunciada como baldía. En este sentido se debe entender que la adopción “del estatuto de comunas para los asentamientos kichwas fue ocasionado por la necesidad de organización jurídico-política para defensa de sus derechos desde la década de los años sesenta.